En Oncología Radioterápica, la constancia es clave. Los tratamientos con radiación buscan destruir las células malignas sin dañar en exceso los tejidos sanos. Sin embargo, cuando el tratamiento se interrumpe o se retrasa, las células tumorales pueden empezar a multiplicarse nuevamente, reduciendo las posibilidades de control local de la enfermedad.
Un estudio publicado en el Bengal Journal of Cancer analizó los efectos de las interrupciones no programadas en pacientes con cáncer de cabeza y cuello. Los investigadores de la Universidad Médica King George, en India, describieron varios casos reales durante la pandemia por COVID-19, un periodo en el que las restricciones de transporte, la falta de alojamiento y los cierres sanitarios dificultaron el acceso continuo al tratamiento.
El trabajo demuestra que incluso retrasos de pocos días pueden disminuir la probabilidad de curación en un 1–1.5 % por día debido a la llamada re-población tumoral acelerada. Para contrarrestar estas pérdidas biológicas, los especialistas utilizan cálculos basados en el modelo lineal-cuadrático, mediante la dosis biológicamente efectiva (BED), ajustando la cantidad de radiación o la frecuencia de las sesiones. Aun así, cada modificación requiere precaución, pues un aumento excesivo de la dosis puede incrementar los efectos adversos sobre órganos sensibles como la médula espinal o las glándulas salivales.
En el contexto de Costa Rica, donde la radioterapia se centraliza en hospitales de referencia y muchos pacientes deben desplazarse largas distancias, estos hallazgos recuerdan la necesidad de fortalecer la continuidad terapéutica. La coordinación entre pacientes, familiares, hospitales y el sistema público de transporte sanitario resulta esencial para evitar interrupciones.
Los autores concluyen que la mejor estrategia no es simplemente aumentar la dosis, sino prevenir los vacíos terapéuticos mediante comunicación constante, flexibilidad institucional y apoyo logístico. Para los pacientes, el mensaje es claro: no interrumpir la radioterapia sin avisar a su equipo médico. Cada sesión cuenta, y mantener la regularidad del tratamiento puede marcar la diferencia entre el control del tumor y su reaparición.
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