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Radioterapia durante la pandemia: lo que aprendimos sobre la importancia de no interrumpir el tratamiento

La pandemia por COVID-19 cambió la manera en que los hospitales y los servicios de Oncología Radioterápica trabajaron en todo el mundo. Muchos pacientes y profesionales de salud debieron aislarse por enfermedad o prevención, lo que provocó interrupciones inesperadas en los tratamientos de radioterapia.

Un estudio británico publicado por Dale y Jones en Radiation Physics and Chemistry analizó el impacto de estas pausas y cómo la ciencia radiobiológica ayudó a compensarlas. Los autores demostraron que cada día de retraso puede reducir el control tumoral entre 0,8 % y 1,6 %, especialmente en tumores de crecimiento rápido como los de cabeza y cuello, pulmón o cuello uterino.

El estudio también recuerda que el problema principal no es solo “perder una sesión”, sino extender el tiempo total del tratamiento. Cuando el tratamiento se prolonga, las células cancerosas que sobreviven pueden volver a multiplicarse con más rapidez, un fenómeno llamado re-población tumoral acelerada.

En el Reino Unido, las guías del Royal College of Radiologists establecen tres niveles de prioridad para manejar las interrupciones:

  1. Categoría 1: tumores de rápido crecimiento (por ejemplo, cabeza y cuello) que no deben prolongarse.
  2. Categoría 2: tumores más lentos donde se tolera un margen corto.
  3. Categoría 3: tratamientos paliativos, donde los tiempos son más flexibles.

Durante la pandemia, muchos centros implementaron estrategias como tratamientos en fin de semana, sesiones dobles separadas por más de seis horas o el uso de dosis biológicamente equivalentes (BED) para ajustar la radiación sin aumentar los efectos secundarios.

En Costa Rica, los servicios de radioterapia —como los del Hospital México, San Vicente de Paúl y el Centro Médico de Radioterapia Siglo XXI— también enfrentaron desafíos similares. Sin embargo, la experiencia internacional refuerza la importancia de la planificación continua, la comunicación médico-paciente y la educación radiobiológica del personal sanitario.

El mensaje final para los pacientes es claro: no suspenda su tratamiento sin comunicarse con su equipo médico.
Cada sesión de radioterapia contribuye a la eficacia del tratamiento. La pandemia dejó una lección invaluable: incluso en tiempos de crisis, la constancia y la precisión en radioterapia salvan vidas.

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