En los tratamientos de radioterapia con intención curativa, cada sesión forma parte de un plan diseñado con precisión para eliminar las células cancerosas y proteger al máximo los tejidos sanos. Las Guías Clínicas 2019 del Royal College of Radiologists (RCR) del Reino Unido enfatizan que la continuidad del tratamiento es esencial para lograr los mejores resultados oncológicos.
Estas guías establecen principios claros para manejar cualquier interrupción no planificada. Basadas en la evidencia radiobiológica acumulada durante más de 40 años, muestran que los tumores pueden regenerarse rápidamente si la radioterapia se prolonga más de lo previsto, especialmente en cánceres de cabeza y cuello, pulmón o cérvix. Según los estudios revisados por el RCR, cada día adicional de retraso puede reducir las probabilidades de control tumoral entre un 1 y un 2 %.
Por ello, las guías recomiendan que los servicios de radioterapia cuenten con un protocolo institucional para reponer los días perdidos, considerando factores como el tipo de tumor, la dosis total, el número de fracciones y la tolerancia de los órganos sanos. Algunas medidas posibles incluyen sesiones dobles con separación adecuada, trabajo en fines de semana o ajustes leves de dosis, siempre bajo supervisión del oncólogo radioterápico y del físico médico.
El documento también destaca que la planificación logística y la comunicación con los pacientes son tan importantes como la tecnología. En contextos como el de Costa Rica, donde muchos pacientes viajan desde zonas rurales para recibir tratamiento en centros especializados (por ejemplo, Hospital México, San Vicente de Paúl o Siglo XXI), es fundamental prever y evitar interrupciones causadas por feriados, averías técnicas o ausencias médicas.
El mensaje de las guías es contundente: “No hay sustituto para la puntualidad en radioterapia radical.”
Cada sesión representa un paso hacia la curación. Por eso, si un paciente no puede asistir, debe avisar de inmediato a su equipo médico, para que se tomen medidas de compensación sin perder eficacia ni seguridad.
La constancia, la coordinación y la confianza entre el paciente y el equipo de salud son las mejores herramientas para garantizar que la radioterapia cumpla su propósito curativo.
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